Parecía que la luz al final del túnel se vislumbraba finalmente: llegaban las vacunas, los semáforos epidemiológicos bajaban de intensidad; se reanudaban actividades, etc. ¿Qué sucedió, entonces?
Lo más preocupante es que ahora son los jóvenes y niños, quienes en su mayoría no están vacunados, los afectados, sin hacer a un lado los contagios entre las personas ya inmunizadas. Al parecer, la variante Delta, mutación del virus, se fortalece de forma alarmante.
Los medios de comunicación transmiten ininterrumpidamente casos sobre esta enfermedad, avances en las investigaciones, protocolos internacionales, datos, etc., el COVID-19 es el tema del día en todo el mundo. En países como España, hablan de estar frenando ya la quinta ola! En Canadá, sin embargo, aumentan los casos durante la cuarta ola que viven actualmente (personas sin vacunar entre 20 y 39 años). En Japón se disparó nuevamente, después de los Juegos Olímpicos, y además con un caso de variante llamada Lambda. ¿Y México? en nuestro país hoy los contagios han llegado a más de 22 000 en un solo día y las defunciones por COVID-19 ascienden a 248,380 (hasta el 15 de agosto).
Las causas de este retroceso son variadas e incluyen una baja en la aplicación de las medidas sanitarias, las reuniones sin sana distancia, las vacaciones relajadas, creencia de algunas personas de estar protegidas por completo contra contagios por estar vacunadas; recomendaciones, como en Estados Unidos, de no usar cubrebocas si se estaba vacunado, etc., además de la indiscutible mayor capacidad de transmisión que tienen las variantes, particularmente la Delta.
La práctica odontológica había retomado una actividad de forma casi normal, con los protocolos de higiene específicos, pero iniciaba de nuevo, tanto a nivel privado como público; se reagendaban los congresos presenciales, las citas aumentaban, incluso a nivel docente aun se planea el regreso a las aulas.
¿Se continuarán los planes? Esperemos que sí, pero sin riesgo para los profesionales de la salud bucal ni para los pacientes. Las autoridades de gobierno no han comentado lo contrario.
Integrantes del sector salud, por su parte y mientras tanto, consideran pertinente redoblar las medidas de higieneaplicadas desde el inicio de la pandemia (no se pierdan Odontología Actual del mes de septiembre si quieren recordar cuáles son estas).
Durante una reunión con especialistas médicos, e investigadores clínicos, organizada por la Secretaría de Educación, Tecnología e Innovación, SECTEI, la doctora Diana Vilar Comte, del Departamento de Infectología del Instituto Nacional de Cancerología, recalcó la importancia de la ventilación y de los espacios al aire libre como medida de prevención. Asimismo, explicó que al toser, gritar o hablar se explusan gotas gruesas, que, si provienen de alguien contagiado, infectará al introducirse en ojos, nariz o garganta de alguien cercano: “si hablamos, esparciremos diez veces más partículas respiratorias que estando callados”, comentó.* (conferencia virtual organizada por la SECTEI, 29 de julio). Así las cosas, el odontólogo debe más que redoblar medidas, pues no puede ni evitar los aerosoles ni pedir cubrebocas al paciente mientras lo atiende.
Según avances en materia de vacunación, se estudia la elaboración de una con aplicación vía intranasal, pues si bien la vacuna tiene efectos de inmunidad sistémica, en las mucosas no lo es tanto. Con estas, se espera frenar la infección y contagio desde el inicio; mientras, el riesgo continúa.
La realidad de nuestro país y el mundo es esta. Sin embargo, sería ya insostenible regresar al total confinamiento. Por ello, y como especialistas del cuidado bucal, cuya actividad implica alto riesgo, es necesario levantar la guardia, extremar cuidados a nivel personal, en el consultorio y de ser posible, concientizar a los pacientes de las precauciones que deben tomar, para que no peligre su salud ni su vida. Porque esto, parece no tener fin.
Fuentes:
sectei.cdmx.gob.mx
eleconomista.com.mx