Reza una canción del cantautor J. Sabina: “Pero tú tranquilo, que ya vendrán tiempos peores”. En su momento, la frase causaba risa, dada la ironía que caracteriza al trovador español. Sin embargo, pareciera es ahora una realidad (y sinceramente esperamos que sea pasajera). Para empezar, algunos estudios reportan el estrés del odontólogo desde que es estudiante.
Las grandes actividades académicas, que incluyen teoría y práctica; la responsabilidad de cubrir bien los créditos, la falta de tiempo para descansar y viajar, el poco tiempo que en ocasiones se pasa con la familia, además del apoyo, o no, de la familia, provocan en el estudiante alteraciones que muchas veces terminan en estrés, lo que, sin saberlo, empeora su desempeño.
Posteriormente, al ser graduados, empiezan entonces factores como el económico, a influenciar en estados anímicos y en la salud del ahora odontólogo: se enfrenta al reto de encontrar trabajo, de poner un consultorio; incluso, muchos inician el pago de su formación profesional que tuvieron, si para hacerlo adquirieron un crédito.
Como profesionales, empiezan a realizar actividades que pueden influir en el desarrollo del estrés, la angustia y por consecuencia, la depresión. Algunas de estas son:1
Causas más comunes:
1. El confinamiento, aislamiento y soledad propios de la profesión
2 .El manejo de la frustración
3. La presión por cumplir los procedimientos en tiempo y forma determinados
- Las quejas o incluso demandas de los pacientes
- La responsabilidad de las personas bajo su cargo, el luchar por mantener a flote el consultorio aun en tiempos difíciles.
- La falta de ejercicio físico
- Alimentación inadecuada
- Falta de terapia psicológica
Sin contar, por supuesto, lo que la pandemia ha traído a la profesión como consecuencia del aislamiento y de la reducción de actividades; las noticias diarias sobre esto; las tragedias “boca a boca” etc.
Una definición del estrés es el sentimiento que nos provoca estar en una realidad que no podemos dominar, que nos absorbe, que nos supera. ¿Qué se puede hacer? Muchos profesionales de la salud como los odontólogos han tenido que adaptarse a la nueva forma de trabajo y de interacción con los pacientes. Si bien es difícil, ¡es lo mejor! La adaptación a la nueva realidad es lo mejor. ¿Por qué? Porque no se está resisitiendo; se está aceptando y con ello, se crece.
Si bien es normal resistirse al cambio, sobre todo cuando lo que teníamos antes era mejor, la permanencia de tal resistencia, con el tiempo llega a reventarnos emocionalmente; a agotar, y es ahí cuando viene el derrumbe. La tensión llevada al extremo puede provocar incluso que el nivel de eficiencia baje y uno sienta que no podrá salir de alguna situación. Una persona emocionalmente bloqueada es una persona sicológicamente anulada.2
Por ello, es importante prestar atención a las sensaciones que actualmente se tienen respecto a la situación del trabajo, de la relación con los clientes, con los colegas, etc., y definir si se está bien, o si es necesario detenerse un poco para recapitular, analizar y comenzar de nuevo. Un gran orador sobre la congnición humana y médico especialista en cirugía general y del aparato digestivo, el doctor Puig, sugiere algunas actividades que pueden ayudar en esa reconexión que todos necesitamos:
- El templo hecho maravilla: nuestro cuerpo. Hay que cuidarlo para que disminuyan las posibilidades de que se enferme. Se debe romper con el sedentarismo, hay que moverse. ¿En esta pandemia? Sí, no importa. Con cubrebocas y aplicando la sana distancia, pero salir a caminar al aire libre, diariamente, y disfrutar del paseo. Concentrarse en el ahora y contemplar la vida, estar con gente que nos ama. Honrar el vehículo fundamental de la mente y el alma.
- Llevar una dieta adecuada y “no lanzarse de cabeza a todos los postres”; el exceso de azúcar genera inflamación cerebral que favorece la ansiedad y depresión.
- Descansar lo suficiente, dormir bien. Es indispensable para la regeneración celular y la calma de la mente. Esa frase de “ya descansaré cuando me muera” debe olvidarse si queremos permanecer con salud; son pocas las personas que pueden dormir menos de siete horas sin que el cuerpo lo resienta.
- Mantener el foco. La atención es la capacidad que tiene el ser humano para encauzar la vida. Si te dejas distraer por las noticias o por lo que dicen de que todo está mal, se pierde la capacidad de enfocarse en lo que se quiere generar, pensar y sentir. Hay que mantener la atención en la solución de un problema, y no en este. Si han dejado de ir pacientes, no pensar en lo desgraciado que eso te hará o los ingresos que ya no percibirás; sino más bien, implementar acciones para que regresen y, si no es posible, pues darle valor al tiempo que dejarán libre en tu agenda y hacer algo positivo.
- Hablarse bonito. Dejemos de quejarnos. Las palabras tienen poderes enormes. Cuidado en cómo nos hablamos a nosotros mismos y a los demás. El lenguaje es una gran herramienta y está comprobado que puede modificar biológicamente al organismo para hacernos sentir de una manera determinada. Utilizar palabras positivas, siempre, y para cualquier caso y a todos.
- La imaginación. Si se hace memoria, todo lo que se ha logrado inició con la imaginación, la cual, sustentada con acción y perseverancia, ha hecho realidad cualquier proyecto. Recordemos a Steve Jobs cuando imaginó traer miles de canciones dentro de un aparatito que cupiera en la bolsa del pantalón, creando el Ipod.
Como hemos visto, hay muchas maneras de salir de ese estado de ansiedad o depresión. Es verdad que se está ante un desafío enorme, dadas las consecuencias que la nueva realidad trajo consigo, y las actividades y retos de la profesión odontológica, pero también se está ante una gran oportunidad para reinventarse, aprender y crear. Sí, afortunadamente aún tenemos la capacidad de soñar para surgir de nuevo.
Fuentes.
Psicologiaodontologica.com
Mario Alonso Puig/sobre el estrés