Han pasado años de estudio, de esfuerzo, práctica, desvelos; aproximadamente 1460 días académicos en los que estudiantes de Odontología han puesto su vida y sus sueños de convertirse en dentistas y de ahí especializarse en varias de las ramas que esta disciplina ofrece. Ese tiempo ha terminado; se han titulado, ¿y ahora? Es aquí donde empieza el desafío. Si bien muchos han tenido suerte de haber conseguido ya un lugar donde laborar, la gran mayoría aun no.
Buscarán empleo, sea en instituciones públicas o en consultorios privados. La primera opción tiene la gran ventaja de que ofrece un sueldo por los servicios que el profesional otorga, con sus prestaciones, vacaciones, oportunidad de práctica y desarrollo, etc. Los salarios variarán, según la especialidad odontológica, así como la zona geográfica donde se realice. Acorde a talent.com y glassdoor.com el salario promedio mensual oscila entre 7,500 y 21, 500 pesos/m.n para México, aunque observamos que en lugares como Quintana Roo va de 20 a 40 mil pesos mensuales como odontólogo general. Trabajar para alguien más es cómodo y seguro, pero, ¿y si mejor se opta por abrir un consultorio? ¿Y si se corre el riesgo para convertirse no solo en profesionales de la salud bucal sino en empresarios? El reto es enorme, se encuentra plagado de tropiezos, desilusiones, y tal vez fracasos. ¡Pero vale la pena intentarlo!
Es importante realizar un plan estratégico, definir y llevar a cabo aspectos específicos para iniciar el viaje hacia la independización.
Primeramente, hay que establecer y conocer en cuál negocio se estará: como odontólogo se pueden ofrecer servicios de salud bucal en sus distintas especialidades; o conocer de equipamiento para la práctica odontológica y dedicarse a la venta de estos, o de medicamentos; o laboratorios donde se fabriquen prótesis dentales; o al establecimiento de un depósito dental, por ejemplo.
Si se reconoce a la profesión como modo de vida, se pueden llevar a cabo varias actividades, además de la prestación de servicios como odontólogo. Para lograrlo, es conveniente no perder de vista algunos factores como:
Actualización académica: Estar al día en los avances de la disciplina para poder aplicarlos en el día a día, con los pacientes.
Realizar presupuestos: Evaluar las posibilidades de independizarse según costos reales para poner un consultorio dental, por ejemplo, de acuerdo a ubicación de la clínica, mobiliario, instrumental, renta, servicios, contratación de personal, etc.
Asociarse: Probablemente en el inicio del emprendimiento, sea necesario (y benéfico) compartir gastos y ganancias con algún colega, para sostener el arranque de la instalación del consultorio dental. Lo primordial es generar clientes/pacientes, mantenerlos como tales, aumentar la experiencia profesional y, poco a poco, conformar de forma integral el “negocio” odontológico.
Al día en la promoción: Las redes sociales, las páginas web, la tecnología digital, etc., se han convertido en la base para la promoción de productos y servicios. Estar en ellas es vital y facilita el acercamiento hacia quien pueda convertirse en cliente potencial. Por ello es importante la presencia y actualización en dichas herramientas tan importantes, con el fin de reforzar la imagen del odontólogo como tal o de su clínica, crear accesos más directos con los pacientes, facilitar el acercamiento sea con clientes o con proveedores, etc. Aquí aplica el dicho de “renovarse o morir”.
Todos los profesionales tienen la capacidad de cumplir metas propuestas y hacer de ellas su forma de vida. Si no se pierden de vista la persistencia y la tenacidad, y se está consciente de los riesgos y esfuerzos que invariablemente deberán realizar, el mundo odontológico contará con representantes que no solo curan y previenen enfermedades bucales, sino con emprendedores que a su vez, darán oportunidades a más colegas mientras aportan valor, desarrollo y crecimiento económico a su país.
fuente de salarios: talent.com y glassdoor.com