Lo que es la ignorancia o poca difusión sobre algunas innovaciones. Hace un par de años tuve que acudir a un periodoncista debido a un dolor muy fuerte en una muela superior, acompañado de recurrentes fístulas dentales en la zona aun después de recibir atención odontológica. Lo anterior, después de habérmela restaurado con endodoncia, antibióticos y una suma nada despreciable en el intento por salvarla. Después de una minuciosa revisión y una placa radiográfica, el periodoncista me habló de la extracción dental. Al parecer había fractura en la raíz y su tratamiento no había funcionado.
El problema surgió cuando pedí presupuesto: me habló de extracción; después, algo así como una rehabilitación de la zona y colocación de hueso para preservar el espacio en condiciones óptimas. El costo ascendía a 17 mil pesos, hace dos años. Para alguien como una servidora, a quien le han sacado piezas dentales por 800 pesos e injertado hueso por 1000, realmente era un dineral.
Cuando comentó del injerto de hueso, me dijo: “Te pondría injerto de vidrio, que es mucho mejor”. En ese momento realmente creí que bromeaba. Para no ser mal educada le dije que lo pensaría y le llamaría. Al día siguiente, lo contacté para darle las gracias. Realmente nunca había escuchado eso, ni entre mis conocidos, familia o algunos dentistas a quienes les pregunté.
Finalmente, después de poco tiempo, quien me hizo la “rehabilitación” inicial, me extrajo la muela y me colocó hueso…mismo que no sé a dónde se fue porque la encía se retrajo mucho, igual o más que con la pérdida natural de hueso después de ese procedimiento, y no le veo el fin al hueco que me quedó (exageré, sí lo veo y llega hasta el paladar).
Debido a temas dentales comentados en mi entorno, me surgió la duda sobre ese famoso injerto de hueso con “vidrio”. Así, me di a la tarea de leer algo acerca del tema. A reserva de lo que ustedes, especialistas, opinen, al parecer la Odontología tiene ante sí un nuevo potencial en materia de regeneración ósea.
Si bien existen ya los injertos sintéticos (elaborados a partir de ciertos componentes en laboratorio); los aloinjertos (hueso liofilizado de otras personas); los xenoinjertos (hueso procedente de animales) y los autoinjertos (considerados como la mejor opción por algunos médicos, dado que el hueso se extrae del propio paciente, con lo que se hace más difícil el rechazo o el contagio de alguna enfermedad), el nombrado biovidrio se hace de tal forma que se convierte en material bioactivo, es decir, con capacidad de unirse con el tejido óseo y mejorar la fijación de las células óseas (osteoblastos).1
Como lo definen en un artículo de la agencia informativa del CONACYT (2018): Los biovidrios son mezclas de óxidos que deben cumplir ciertas características para serlo, como la cantidad de óxido de silicio y la relación de calcio-fósforo que contengan. Cuando contiene menos de 60 por ciento de óxido de silicio y alto contenido de calcio y fósforo, el vidrio es capaz de reaccionar y mediante intercambio iónico con los fluidos corporales, disolverse y formar hidroxiapatita, ese componente tan semejante al compuesto mineral del tejido óseo.
A diferencia del vidrio como material cerámico inerte, que si llega a incrustarse en el cuerpo, este tiende a eliminarlo con el tiempo, el biovidrio se disuelve dentro de él y: “ comienza a liberar iones, los cuales tienen una suerte de comunicación con el sistema inmunológico para decirle a las células qué deben hacer» (Dr. Julian Jones del King’s College, Londres).2
Estudios de biocompatiblidad y ostéogenesis de andamios biomiméticos de biovidrio, hechos a partir de materiales que imitan los tejidos naturales del organismo, a través de ensayos tanto in vivo como in vitro mostraron una buena respuesta respecto a la actividad osteogénica y osteoconductiva de este material, cuyas investigaciones y análisis lo perfeccionan cada vez más, hasta hacerlo incluso con propiedades antibacteriales.3
Con seguridad ya habían escuchado de este material e incluso lo utilicen en sus pacientes, sin embargo, fue en verdad sorprendente conocer cómo un material inorgánico y duro puede ser transformado en un elemento biocompatible, que se vislumbra muy prometedor para el reemplazo de tejido óseo en patologías o como tratamiento restaurativo. Hay aún mucho por recorrer pero el camino está trazado. Aprendí la lección, antes de dudar hay que investigar. El avance en las ciencias biomédicas no tiene límites.
Fuentes:
1cienciamx.com/tecnología/materiales (Agencia CONACYT 2018)
2BBC News/24 agosto 2017
3Xu et al., 2011. Xu, C.; Su, P.; Chen, X.; Meng, Y.; Yu, W.; Xiang, A. P.; Wang, Y. (2011). Biocompatibility and osteogenesis of biomimetic BioglassCollagen-Phosphatidylserine composite scaffolds for bone tissue engineering. Rev. Biomaterials, 32, (4): 1051-1058.
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