Por: Jacqueline Menchaca/blog/newsletter
A lo largo del ejercicio profesional, muchos dentistas se enfrentan al abandono de sus pacientes. De pronto, estos últimos dejan de asistir, y no es precisamente por cambio de domicilio. Han elegido otro odontólogo.
Las dudas siempre surgen: ¿qué pasó? ¿hice algo mal? “no recuerdo haber hecho algo erróneo”, ¿dije algo que no debía? Etc.
La fidelidad va de la mano con la confianza total. Confianza de conocer lo que se padece, explicado de forma concisa y clara; de recibir toda la información acerca de los procedimientos que se recibirán, con pros y contras; de conocer presupuestos exactos (en la medida de lo posible, dado que es entendible que en algunos casos surjan imprevistos que requieran mayor costo) y justos; confianza de estar en un entorno amable, limpio, seguro; confianza en el odontólogo, en sus conocimientos, su presencia, su trato, etc.
Si algo rompe esa confianza, quien se ve afectado seguramente buscará nuevas opciones de atención.
Motivación
La motivación, definida como un estado interno, un impulso, que activa, dirige y mantiene a una persona enfocada hacia fines determinados, es también responsabilidad del odontólogo.
Además de contar con infraestructura, equipamiento, personal y protocolos, con calidad, excelencia y calidez, es la capacidad del odontólogo, unida a su buen desempeño y buenos resultados en la boca del paciente, lo que propiciará esa fidelidad.
Procurar hacer todo con cuidado y esmero; aclarar cada duda del paciente, de manera concisa, sin el uso de palabras sumamente técnicas, escuchar sus preocupaciones, temores, cuáles son sus expectativas frente a lo que se le ofrecerá.
Como individuos, a todos nos gusta ser tratados bien. Parte de hacer sentir especial a un paciente es ofrecer las posibles opciones de tratamiento, con detalles, ventajas, desventajas, etc., y orientarlo, para que sea él quien pueda optar por la que mejor le convenga. Dejarlo satisfecho con su decisión.
Puntualidad: Parece que es algo sin importancia, pero nada peor que sea el dentista quien, con frecuencia, posponga, cancele o llegue tarde a las citas. Son pocos quienes lo hacen, y en algunas ocasiones está por demás justificado, pero, en verdad, no es agradable. Demuestra desorganización, cierta falta de interés hacia el paciente, lo que pudiese generar dudas acerca del desempeño profesional.
Atención personal: Llamar por su nombre a los pacientes, siempre crea un lazo especial, un tanto de cercanía, que rompe barreras y genera un estado de relajación. En ocasiones la rigidez en el trato, demasiado formal, no ayuda. Cada quien debe conocer a la persona que atenderá para saber cuándo es necesario un determinado lenguaje.
Recordar sus citas: Si se tiene algún asistente o de forma personal, es importante llamar al paciente para recordar su cita, por dos razones: habla del profesionalismo del médico o la clínica dental y, frecuentemente ¡muchos olvidan realmente que deben asistir!
Atención dental
Sobra decir que debe ser realizada con higiene y pulcritud en todos los sentidos. No hay nada más agradable que ingresar a un consultorio dental y ver limpios desde la recepción hasta la silla dental, la lámpara, el taburete dental, la escupidera, y demás mobiliario y equipo. Como paciente les comento que, eso, muchas veces, determina la decisión de quedarse o salir corriendo.
Ni qué decir del odontólogo. Con mayor razón, su apariencia en cuanto a higiene, importa y mucho. El manejo que hace de los instrumentos, con el cuidado necesario para evitar contaminar la boca, debe ser impecable.
Tiempos prudentes. Si bien no hay protocolos de tiempo de atención según el tratamiento a realizar, dadas las condiciones individuales de cada paciente, sí es importante no perderlo ni distraerse en cuanto se inicia la atención dental.
No responder el celular durante el procedimiento ni platicar o hablar mucho para distraer al paciente, o permitir la entrada y salida, sin medida, del personal, ayudará a una mejor concentración, a un trabajo seguramente mejor definido y en un tiempo adecuado, que cansará y estresará menos al paciente.
Uso adecuado de tecnología de vanguardia: una atractiva herramienta que, de la mano con precios justos, motiva al paciente a continuar.
Y, la joya de la corona: realizar procedimientos y tratamientos exitosos. Es el aspecto más importante al otorgar al paciente la funcionalidad y restablecimiento que busca, sin dejar a un lado la estética.
Si bien nada está escrito en cuanto a conservar a los pacientes, dado que los motivos pueden ser totalmente ajenos a ellos mismos y al dentista, como puede ser pérdida de ingresos económicos por algún motivo, cambio de ciudad, enfermedad, etc., sí es responsabilidad del profesional hacer lo que en sus manos esté para cuidar no solo la integridad de la salud dental de sus pacientes, sino su fidelidad.
“Trátame bien y bonito, y aquí me quedo”…