Empatía y comunicación asertiva

Empatía y comunicación asertiva

De la mano con la práctica odontológica

 

¿Ya te graduaste? ¿Tienes tiempo ejerciendo como profesional en la atención bucal? ¡Fabuloso! Hoy en día lograr ambos objetivos, en ocasiones se vuelve un reto. Aspectos económicos, familiares, y últimamente sanitarios, hacen que el estudio y el trabajo sean privilegios destinados solo a quienes ponen prácticamente el alma y se entregan para lograrlo. Con frecuencia, el camino es difícil, motivo por el cual queda atrás la sensibilidad en el ambiente laboral, esa virtud que ningún profesional debe perder si desea tener empatía con sus pacientes.

El interés económico, la celeridad en el ritmo de vida y un sentido práctico exagerado en las relaciones interpersonales, pueden ocasionar distanciamiento en la comunicación asertiva entre médico y paciente. La empatía debe considerarse como característica esencial en la práctica odontológica, ya que de ella depende la relación que se tendrá con aquellas personas que acuden al consultorio a recibir atención. Se describe como una competencia humana en la que alguien es capaz de ponerse en el lugar de otro, trata de ver las cosas como él y las comprende desde su punto de vista.

A través de un diálogo en el que se muestre interés genuino hacia las inquietudes, expectativas, temores etc., del paciente, es como se lograrán mejores resultados y una confianza mutua, que redituará en beneficios hacia ambas partes.

Por más conocimientos académicos y prácticos que se tengan, si no se “conecta” con la persona que está en el sillón de la unidad dental, no se avanzará bien e incluso hay probabilidades de que el tratamiento lo continúe con alguien más. Actitudes frías y alejadas por completo del sentir del paciente, que mantienen distancias claras entre este y el médico, no van más en una realidad donde lo que se necesita es calidez humana.

Todos somos humanos y nos vemos afectados por emociones que a veces son imposibles de evadir: enojo por un incidente de tránsito o por una discusión en casa; estrés ante un tratamiento complicado por realizar, deudas, etc. Sin embargo, es conveniente esforzarse para dejar en otra parte esos sentimientos que distraen nuestra atención o evidencian tensión dentro del lugar de trabajo, pues con ello la confianza del paciente se menoscaba.

El hombre se interesa ante todo por sí mismo, y a partir de ahí, debe iniciar la relación. Un simple “qué tal, buenos días”, acompañado de una sonrisa, hace la diferencia entre una consulta efectiva y una estéril. ¡Y qué decir cuando el odontólogo enfoca su atención al cien por ciento en lo que esa persona expresa!: esta se sentirá comprendida, apreciada e incluso relajada. Por ello, es necesario abrir un espacio total a la escucha, evitar distracciones en otras actividades mientras el paciente habla, como revisar el celular, buscar instrumental, preparar el área de trabajo, etc.; hay que mirarlo a los ojos; pronunciar su nombre al saludarlo, al responder sus preguntas, así como explicarle el diagnóstico de manera clara y concisa, y ofrecerle, si las hay, opciones de tratamiento con diferentes presupuestos para que opte por el que mejor le convenga.

La comunicación asertiva es tan importante como la empatía, se basa en el respeto a las ideas del paciente, y a la vez, en una forma pertinente de expresar lo que el odontólogo quiere transmitir, que no genere dudas, que sea entendible  y deje claro su interés por atenderlo, así como también el deseo de otorgarle un bienestar integral a través de la atención profesional y de un trato decoroso.

Un consultorio limpio, con personal amable cuya imagen y actitud inviten a quedarse, son también parte de esa comunicación, en este caso visual asertiva, que todo paciente agradecerá. En las relaciones laborales como personales, “ponerse en los zapatos de alguien más” y saber utilizar las palabras precisas, son claves para el éxito.

 

 

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