Por: Jacqueline Menchaca/blog/newsletter
Los coletazos de la pandemia aun causan estragos; a nivel mental también. Los odontólogos no están exentos, la ansiedad y estrés rondan su práctica.
Como ya todos lo hemos vivido, desde inicios de 2020 el aislamiento, la distancia social y la mínima o nula interacción con otras personas afectó enormemente la salud emocional de la gente.
Los odontólogos no fueron la excepción; además de la incertidumbre económica que esto generó, estuvo también el temor constante, diario, de ser contagiado por algún paciente y más aun, el deber de mantenerse tranquilo, amable y servicial, como lo exige la práctica odontológica.
Asimismo, ante la competencia profesional, es necesario ser no únicamente dentista per se, sino cirujano, empresario, jefe, experto en redes etc., aspectos fundamentales, pero también generadores de estrés, mismo que de no atenderse puede “reventar” la salud mental y física en cualquier momento.
¿Cómo se puede mitigar tanto estrés y tensión?
A través de la lectura y visualización de varios artículos, se pudo encontrar en varios de ellos que es muy importante “soltar” las riendas de todo, de vez en cuando, y tomar descansos que realmente vigoricen el cuerpo, la mente y el alma.
Por otra parte, se propone salir de la zona de confort en la que muchos caemos, y respondernos a nosotros mismos, no solo con el intelecto sino con mayor profundidad lo siguiente*:
¿Qué es lo que realmente quiero sentir en mi vida?
¿Qué es lo que necesito cambiar en mi vida?
¿Qué necesito empezar a desarrollar en mí?
¿Qué llenaría de sentido mi vida?
Responder estas preguntas para llevar a cabo acciones y conseguir los cambios, son puntos que reactivan anímica y mentalmente, y al tener nuevas perspectivas de vida, ilusiones, etc., la ansiedad y el estrés disminuyen en gran medida.
No hay edad ni tiempo para cambiar y salir de esa zona de confort, que si bien será una tarea ardua, al final la recompensa en todos los planos será increíble, principalmente en un nivel de tranquilidad interior por “atreverse”.
A veces el ser humano se tropieza con sus propios pensamientos al decir: yo no puedo cambiar; ya estoy grande; no es tan grave, mejor me quedo como estoy; lo he intentado, pero ya no porque va a salir igual de mal, etc. Sabotaje a uno mismo en su máxima expresión.
Parte importante es liberarse del yugo de la competencia, ya que siempre habrá alguien mejor en algún sentido, pero si el foco se centra en eso, fácilmente se puede distraer de los objetivos personales por estar al pendiente del colega de enfrente, con la posibilidad de descuidar el nuestro y pasarnos facturas a la salud.
Si en el día a día se realizan labores profesionales pero motivadas por el amor a la profesión, al equipo, al paciente; si se busca progresar materialmente, pero sin afanarse o hacer de eso el único propósito en la vida, las consecuencias vendrán positivas, naturales, y muy probablemente mejores de las esperadas.
Como señala también Mario Alonso Puig* (especialista en cirugía general y del aparato digestivo, dedicado al estudio de la psiconeurobiología): destacar, ser importante, y reconocido debe ser una consecuencia y no un propósito.
La profesión implica grandes retos en todos los niveles, pero se puede salir triunfador sin consumirse en el intento. Fluir sería la palabra exacta, fluir con la nueva realidad, con los obstáculos, progresar sin “aplastar” a nadie, menos a la propia salud emocional y mental.
Fuente: *conferencia 14/ene/2022/mario alonso puig
Exelente información. En lo particular estoy pasando por esa etapa de estrés y ansiedad. Aunque trate de distraerme llegó aló mismo pero pondré en práctica sus sugerencias
Gracias a ti, Juan Ramón, por leernos.