Galardón a la Excelencia Estomatológica 2014: Dr. Rafael Ruiz Rodríguez

Aprender, enseñar y servir han sido sus pasiones en su vida profesional y académica cuyo centro ha sido la cirugía maxilofacial en labio paladar hendido. El hoy ganador del Galardón a la Excelencia Estomatológica de la Secretaría de Salud, es un destacado académico de la UNAM, cuyo reconocimiento queda plasmado en esta entrevista.

Es una de las figuras de la odontología mexicana más detacadas, fue reconocida con un galardón de la Secretaría de Salud: Reconocimiento a la Formación de Recursos Humanos 2014. Homenajeado durante la ceremonia oficial del Día del Dentista por parte de la Secretaría de Salud, el Dr. Ruiz Rodríguez es miembro del Colegio Nacional de Cirujanos Dentistas (CNCD) y un relevante académico de la Universidad Nacional Autónoma de México. Aprender, enseñar y servir han sido sus pasiones en su vida profesional. Hoy en día se ha sumado un reconocimiento más a su larga trayectoria.

¿Qué recuerdo tiene de esa mañana de febrero en que le dan el reconocimiento?

Realmente los reconocimientos no me llaman la atención en lo más mínimo. Son muy agradables y bienvenidos, pero el mejor que recibe uno es el que viene de nuestros pacientes. Este es el mejor: el que uno esté trabajando de manera correcta. Como bien sabes, este premio lo da la Secretaría de Salud a formadores de recursos humanos. Llevo 38 años en la UNAM dedicado a la docencia, y como lo mencioné ese día: mis grandes pasiones han sido aprender, enseñar y servir. Aprender en las aulas universitarias, en donde sigo aprendiendo día tras día. Enseñar, creo que es una las labores más importantes que puede uno realizar en el desarrollo profesional. En cuanto al servicio, te repito lo que dije aquel día, una máxima: si el alumno no supera al maestro, entonces no es bueno ni el alumno ni el maestro; siempre he tratado de serlo y de alguna manera lo he logrado, ya que muchos de mis alumnos me han superado en muchos ámbitos del desarrollo profesional. Esta es una gran satisfacción.

¿Cuántos reconocimientos se han acumulado a lo largo de estos años de carrera?

He recibido reconocimientos muy importantes en Ecuador, Venezuela y Colombia. Aquí en México recibí éste. El año pasado me dieron, posiblemente desde el punto de vista de la egolatría académica, que no se puede dejar a un lado, el reconocimiento más importante que puede haber en el servicio de la cirugía oral y maxilofacial, de una de las universidades más importantes que es la de la ciudad de Nueva York. Me dieron un reconocimiento amplio a mi labor académica.

Creo que la enseñanza-aprendizaje no debe tener fronteras. A lo largo de los últimos 20 años, he entrenado en el rubro específico de labio y paladar hendido, a un número muy grande de profesores y estudiantes residentes de la especialidad de los Estados Unidos, de Europa, y de algunos otros lugares. Del Medio Oriente he entrenado a muchísima gente, para que vayan a sus países, sobre todo los más necesitados, que son Latinoamérica y el Medio Oriente, a realizar lo mismo que hacemos aquí, que es el tratamiento de labio y paladar hendido.

¿De dónde nace el interés por la cirugía maxilofacial?

De estudiante, era la especialidad que más me gustaba y que todavía no estaba desarrollada. Tuve la oportunidad de vincularme como ayudante de profesor en la universidad de mi maestro Jaime Ostria quien era un profesor chileno, y era mi profesor de cirugía; él me hizo el favor de invitarme y al paso del tiempo le encontré el gusto, hasta que se ha convertido en la pasión de mi vida; es lo máximo. Sin embargo, esto nunca lo he desligado: aprender, enseñar y servir con la cirugía maxilofacial. Servir es una de las razones más importantes de la universidad. Devolver al pueblo todo lo que el pueblo le da a la UNAM, vincularme en el manejo del tratamiento de pacientes con labio y paladar hendido, que es lo que la gente comúnmente le llama labio leporino. Desde 1980 empecé a ayudar a otro profesor que estuvo como visitante, Constantino Nastasof, y comencé a trabajar con el labio paladar hendido; él se fue al año.

Nosotros tenemos aproximadamente unos 9 años de estar yendo junto con el Dr. López Noriega, quien fue coordinador de cirugía también, a Palestina desde hace muchos años, es una comunidad altamente necesitada. Están como presos en su propio país, no pueden salir a recibir asistencia médica, y entonces vamos dos veces al año representando siempre a la UNAM. Esto creció a grado tal que se hizo un convenio internacional a través de Relaciones Exteriores y del gobierno palestino. Hemos recibido estudiantes que vienen a realizar su residencia completa en cirugía oral y maxilofacial y que ahora están sirviendo allá en Palestina. Nunca hemos podido desligar a la enseñanza con el servicio. Es una de las formas más importantes de ejercer la profesión, sirviendo a la gente necesitada que no tienen forma de sufragar los costos de la medicina privada.

¿Algún caso en especial que la haya dejado huella?

Hay muchos: los pacientes que nacen con otras formas diferentes al del labio y paladar hendido como son personas con maxilar muy prominente, o que tienen muy desviada su cara. Restaurarle su estética y función normal es muy halagador. Los pacientes que sufren mutilaciones por tumores, o trauma facial. Reconstruirlos también con injertos de cadera, de costilla, etc., también es muy reconfortante. Es tal vez tan reconfortante como lo del labio y paladar hendido. Sin embargo en éste es en donde hemos encontrado nuestras máximas satisfacciones.

¿En dónde es más alta la incidencia del labio y paladar hendido?

El labio y paladar hendido se ha tratado de catalogar como una patología de la pobreza, sin embargo esto es totalmente irreal. Si pensamos nosotros que los dos lugares que tienen mayor incidencia en el mundo son Japón y Hawaii; vemos que no tienen ninguna relación con la pobreza. El hambre y la pobreza no existe aquí. Creo que la herencia, los embarazos mal cuidados, la desnutrición, en fin, influyen muchísimos factores para que se presente esta deformación. En Japón y Hawaii seguramente, la herencia, la consanguineidad y problemas hereditarios, hacen que sea tan incidente.

Lo que sucede mucho aquí es que tenemos una población marginada, rural y suburbana muy grande. Esta gente no tiene acceso a los medios hospitalarios tradicionales, entonces cuando vamos a comunidades y se hace una buena promoción, eventualmente a través de los sistemas DIF de distintos lugares de la República Mexicana, acude una gran cantidad de pacientes, que hace parecer que hay muchísima incidencia más de la que en realidad hay, porque han estado desprotegidos durante muchos años. Nosotros durante nuestra muy larga experiencia de manejar a pacientes con labio y paladar hendido, hemos operado a pacientes con todo su labio abierto y tienen hasta 80 años de edad y que nunca se operaron, no por desidia o negligencia, sino porque no tuvieron los medios para ello. Esto hace ver la verdadera incidencia que hay. Lamentablemente nunca hemos tenido recursos para hacer estudios verdaderos y nos hemos dedicado solamente a la labor asistencial.

¿Cuál es el caso de México?

En el sur, en Chiapas, hay mucha incidencia. En Hidalgo hemos trabajado durante 30 años y lo hemos cubierto por distintas zonas: Valle del Mezquital, La Huasteca y la Tepehua, hay muchísima incidencia de labio y paladar hendido a pesar de que hay centros de tratamiento.

Hoy en casi todos los lugares que visitamos hay un enfoque multidisciplinario en los pacientes con labio y paladar hendido porque no es solamente la cirugía que debe realizarse en estos pacientes, también es terapia de lenguaje, rehabilitación dental, ortopedia, ortodoncia; estamos tratando de instituir clínicas bien establecidas en casi todos los lugares de la República Mexicana, pero ésta es una parte del servicio que hemos hecho como servicio social, soy un apasionado del servicio social.

En el 74, cuando estaba en último año de la carrera, conseguí a través de las autoridades de la universidad, la posibilidad de hacer una brigada de asistencia dental, estuvimos trabajando en Magdalena Contreras, que hace 40 años era una zona marginada, en convenio con la delegación y la universidad; movilizábamos a unos 120 estudiantes de odontología y los instalábamos materialmente en la calle con unas mesas de trabajo muy grandes, trabajábamos todos lo sábados desde las 9 de la mañana hasta las 3 de la tarde y hacíamos unos 300 ó 400 tratamientos dentales. Creo que esa fue una de las cosas más bellas de mi vida. Este trabajo pudimos hacerlo desde el 74 hasta el 80, en el 80 por cuestiones políticas del gobierno dijimos hasta aquí llegamos; pero tuve la bendición de vincularme con el trabajo de labio y paladar hendido y lo he seguido durante 34 años.

¿Cómo empezó esta pasión por la odontología siendo joven?

Realmente nunca había tenido un pariente odontólogo, no sabía casi nada de la odontología ni tenía yo contacto con dentistas, pero tenía yo un tío queridísimo que era pediatra y trabajaba en su consultorio un odontólogo y decidí ir a verlo; tenía yo una vecina que estudiaba odontología, yo salía de una prepa particular para entrar a la UNAM y perdíamos 9 meses así que me fui casi 6 meses de oyente a odontología y me gustó, me quedé y ahí sigo.

¿Cómo lo tomó la familia?

Bueno, mis papás muy orgullosos. Ninguno de mis padres tiene profesión, nosotros somos 7 hermanos y hermanas y gracias mis padres todos tenemos profesión; gracias a Dios siguen vivos, uno de 92 y uno de 90 años, siempre el desarrollo profesional de sus hijos ha sido algo muy satisfactorio, ellos no tuvieron profesión, yo creo que ellos se ven como profesionistas en el trabajo que cada uno de nosotros ejercemos.

Mi familia está muy orgullosas del trabajo que hacemos. Una de mis hijas, me acuerdo que alguna vez, al ver salía mucho de la casa, a veces 100 días al año, por lo menos, a operar en distintas comunidades; un día, observó que con mi viejo carrusel de dispositivas me ponía a enseñarle las caritas de los niños que operábamos, cómo estaban antes y cómo estaban después, y a partir de ahí nunca volvió a reclamarme; de hecho he tenido la oportunidad de que ella fuera a varias brigadas con nosotros como ayudante, como si fuera una trabajadora social, y ahora la chica, que está en odontología ha ido en algunas ocasiones con nosotros, ella sí se mete al quirófano, etc.

¿Y cómo fue esa formación de estudiante?

Como cualquier otro. Éramos grupos muy voluminosos: 206 estudiantes. La UNAM comenzaba a construir sus clínicas periféricas entonces estábamos encimados, recuerdo que tomábamos clases en el salón más grande y no cabíamos, había sentados en el suelo, etcétera; fui un estudiante promedio nada sobresaliente.

Me gustaba mucho la patología, a eso le dedicaba mucho tiempo de estudio, me gustaba la cirugía que era sacar muelas fundamentalmente, algunas otras no podía desarrollar porque eran áreas caras y en mi casa no había muchas posibilidades de estar comprando cosas para prótesis y todo eso; entonces trataba de buscar mis acomodos con otros compañeros para ir pasando las materias y terminé.

¿Siempre tuvo interés por la parte académica y la cirugía?

Siempre fue por el lado del servicio social mezclado con la academia, al principio conocía más el servicio social que la academia, y después la academia se combinó perfectamente con el servicio social, no quiero ser petulante pero creo que una de las cosas más importantes que hacen los muchachos de último año de la especialidad es cuando se van a operar con nosotros. Durante todo un año están saliendo a operar a todas la comunidades y eso ha sido una de mis más grandes satisfacciones, los mismos programas que hago aquí en México se hacen en muchos lugares; por ejemplo en Palestina, Colombia y Ecuador hay gente que se entrenó conmigo, entonces este gran interés por el servicio humanitario a la sociedad marginada lo han seguido los muchachos.

A veces quiero enseñarles más esa mística de servicio que la misma técnica quirúrgica, esa la pueden aprender de libros ya con sus destrezas como cirujano oral y maxilofacial, lo que más trato de enseñar es la mística del servicio. Creo que una de las más grandes virtudes de la UNAM es que forma maestros, casi todos mis residentes, están involucrados en la academia.

¿En cuanto a publicaciones, qué tenemos?

Somos muy haraganes, el mexicano en general, sobre todo el mexicano clínico, es muy vago. Algunos investigadores publican, yo les digo que son refritos de otros, pero hacen su investigación. He hecho unas 30 ó 40 publicaciones, no es nuestra misión fundamental; tengo el orgullo de que nunca he buscado journals o revistas, sino que tengo la suerte de tener algunos capítulos publicados en libros de gran importancia mundial en la cirugía oral y maxilofacial, en algo que se llama Clínicas de cirugía oral y maxilofacial de Norteamérica, tengo capítulos, ahí pero siempre han sido por invitación.

¿Qué significa el pertenecer al Colegio Nacional de Cirujanos Dentistas?

Soy miembro prácticamente desde que era estudiante. Siempre me he mantenido en cierto contacto con el Colegio. Hace muchísimos años hicimos la academias de las diferentes especialidades, dentro de ellas tuve la suerte, sin ser cirujano todavía, de participar en la fundación de la Academia Mexicana de Cirugía Oral y Maxilofacial y estuvo vigente durante algunos años.

Tenemos una participación muy activa en lo que es el Consejo Mexicano de Certificación en Cirugía Oral y Maxilofacial; la ADM tenía su consejo, el Colegio el suyo, finalmente los fusionamos en un órgano del cual me honra haber sido presidente. Este consejo es muy estricto, muy legal y verdaderamente está reconocido como un consejo médico no como un consejo odontológico, sino nosotros estamos reconocidos por el Comité Normativo de Consejos de Especialidades Médicas, somos el único grupo de dentistas que estamos reconocidos por ese organismo. Todas esas cosas son muy satisfactorias para mí, para la cirugía oral y sobre todo para la UNAM.

¿Algún comentario final?

Le diría a todos los que estamos en las universidades: creo que la docencia, es lo máximo que podemos tener en nuestras vidas; hay que enseñar no solamente lo que sabemos, sino también lo que somos, o lo que queremos ser, hay una máxima importantísima que dice: “El buen maestro no enseña con lo que sabe sino con lo que es”. Honradez, dedicación al servicio, dedicación a la enseñanza, deseos enormes de aprender. Esto casi nunca está acompañado del dinero, siempre del reconocimiento y el prestigio.

El presente artículo fue publicado en Odontología Actual El periódico Vol. 5 No. 8/ Mayo 2014

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